El Instituto de Terapia Focalizada en las Emociones (ITFE)
Dirigido por el Dr. Sam Jinich
San Francisco, CA
La Terapia Focalizada en las Emociones
(TFE)
En el campo de la terapia de pareja se están produciendo cambios revolucionarios. La teoría del apego destaca que los lazos emocionales con otros, son predeterminados por una herencia evolutiva, ofreciéndonos a todos, un refugio seguro en tiempos de necesidad, y una base segura desde donde podemos explorar nuestro mundo.
Una conexión segura con otros es sumamente importante para podernos enfrentar al peligro y a la pérdida. El estado de seguridad en nuestra conexión con nuestra pareja es determinada en gran medida por la accesibilidad y capacidad de respuesta de nuestra figura principal de apego (la persona con quien se estableció el vinculo).
Actualmente, la perspectiva que nos ofrece la teoría del apego es apoyada por la más amplia y mas extensa base de investigación. Esta teoría de amor entre adultos le ofrece a los terapeutas de pareja un guía y estrategias comprobadas para mejorar las relaciones cercanas e íntimas.
El objetivo principal de la TFE es mejorar las interacciones entre los miembros de la pareja para crear un vínculo estable entre ellos y un sentimiento de conexión segura. En la TFE, la emoción es el actor principal no solo del drama del conflicto relacional, sino también de la resolución del mismo. Nos enfocamos en las emociones, las exploramos, las profundizamos y facilitamos conversaciones nuevas que profundizan el vínculo de la pareja. La expresión de vulnerabilidad se considera como una fuerza entre los íntimos.
La emoción organiza conductas de apego; siendo la que nos guía y nos motiva a responder a los demás es también la que comunica nuestras necesidades y deseos. En la TFE, la emoción, antes de ser ignorada, minimizada, controlada o simplemente etiquetada, se elabora y se reconoce. La experiencia y la expresión emocional se consideran como objetivos y agentes de cambio en la terapia.
“Para lograr una unión amorosa duradera, tenemos que ser capaces de sintonizar con nuestras necesidades y anhelos más profundos y traducirlos en señales claras que ayuden a nuestros seres amados a respondernos. Tenemos que ser capaces de aceptar el amor y corresponder. Por encima de todo, tenemos que reconocer y aceptar el código primario de apego en lugar de tratar de descartarlo y desviarlo. En muchas relaciones amorosas, las necesidades y temores de apego son agendas ocultas, dirigiendo la acción, sin ser reconocidas. Es hora de reconocer estas agendas para que podamos moldear activamente el amor que tanto necesitamos”.
-Dra. Sue Johnson
Entrenamientos Para Terapeutas
Todos los entrenamientos de SFCEFT y ITFE son reconocidos
por la Dra. Sue Johnson y el Centro Internacional de Excelencia en TFE
(ICEEFT en sus siglas en inglés)
Existe una variedad de oportunidades disponibles de capacitación a través del Instituto Internacional de Excelencia en la Terapia Focalizada en las Emociones (ICEEFT). Tanto la formación como la supervisión son proporcionadas por supervisores y entrenadores certificados en Terapia Focalizada en Emociones (TFE).
La introducción a la TFE
Se lleva a cabo en entrenamientos introductorios de uno o dos días de duración y están diseñados con los siguientes propósitos:
- Comprender el fenómeno de la angustia matrimonial en un contexto de apego.
- Identificar intervenciones específicas para ayudar a las parejas a reprocesar las emociones negativas y reestructurar sus interacciones negativas.
- Crear eventos de cambio de gran alcance en la terapia, destinados a fomentar un vínculo más seguro entre los miembros de la pareja.
- Aprender a manejar “callejones sin salida” y problemas comunes difíciles en la terapia de pareja.
1er Paso: El Entrenamiento “Externship” en (TFE)
El entrenamiento es de cuatro días y completamente en Español.
Objetivos generales del entrenamiento en TFE:
- Los participantes lograrán obtener una comprensión clara de los conceptos básicos experienciales y sistémicos del enfoque “centrado en las emociones” de la terapia de pareja.
- Los participantes estarán capacitados para conceptualizar la angustia en la pareja y la reparación basada en las teorías del apego y de la emoción.
- Los participantes desarrollarán habilidades para ayudar a los cónyugues a reprocesar las respuestas emocionales que mantienen el malestar de su relación.
- Los participantes desarrollarán habilidades para ayudar a las parejas a edificar nuevos y mejores patrones de interacción y eventos de unión.
- Los participantes desarrollarán habilidades para superar impedimentos u obstrucciones terapéuticas con la pareja.
El taller de Entrenamiento en TFE
(EFT externship) incluye:
- La observación de las sesiones de terapia en vivo;
- Las presentaciones de la teoría y las técnicas clínicas; e
- Ejercicios de capacitación;
- Discusión de casos específicos;
- Material clínico y asuntos específicos.
¿Quién debe asistir?
El taller de aprendizaje experimental se recomienda a todos los profesionales que se dedican a ofrecer consejería a las parejas: psiquiatras, psicólogos, médicos de familia, trabajadores sociales, enfermeros psiquiátricos, consejeros, pastores y clérigos, así como estudiantes en formación en estas profesiones.
Los participantes tendrán la oportunidad de aprender:
⌘ A percibir el malestar de la pareja desde la perspectiva del apego
⌘ A ayudar a los miembros de la pareja a reprocesar las respuestas emocionales que mantienen la angustia
⌘ A formar nuevas maneras clave de interacción y unión matrimonial
⌘ A superar impedimentos terapéuticos.
Se recomienda a los participantes la lectura del libro sobre TFE – Practica de la Terapia Matrimonial Concentrada Emocionalmente; Creando Conexiones, 2a Edición, 2004, antes de asistir al taller.
2ndo Paso: Habilidades Esenciales (Core Skills)
Formación de Habilidades Esenciales y Competencias Básicas “Core Skills”
Los Entrenamientos de Formación en TFE son dirigidos por instructores de diversos lugares, certificados en TFE. Está compuesto de un grupo relativamente pequeño (aprox. 12 personas) de alumnos, cuyo objetivo es el aprendizaje de las habilidades esenciales y competencias básicas para la práctica de TFE. El curso de Habilidades Esenciales (Core Skills) suele llevarse a cabo en cuatro eventos de 2 días cada uno, con duración de12 horas por evento de 2 días, a intervalos anuales de cada tres o cuatro meses.
Los participantes deben haber completado el taller de aprendizaje experimental en TFE de cuatro días y estar dispuestos a presentar su propio trabajo mediante la utilización de audio / video.
ARTICULOS Y BLOGS
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Creando Un Apego Seguro Entre Las Parejas
Durante una relación de pareja es muy común pasar por problemas y momentos difíciles que nos hacen buscar ayuda. Lo más eficiente es acudir a terapeutas especializados para comprender las razones por las que verdaderamente están atorados en conflicto y encontrar una solución para reencontrar la sintonía emocional.
Se ha incorporado la Teoría del Apego a la comprensión de las complejas dinámicas de una pareja y uno de los mejores tratamientos disponibles hoy día es la Terapia Focalizada en las Emociones (TFE) desarrollada por la Dra. Susan Johnson de Ottawa, Canadá. Ésta es implementada por el psicoterapeuta y entrenador de TFE, Samuel Jinich, con Doctorado en Psicología Clínica, director del Instituto de Terapia Focalizada en Emociones en San Francisco California y quien entrena a terapeutas para utilizar este modelo ofreciéndoles más herramientas para tratar a sus clientes.
El Dr. Jinich es el entrenador que ha llevado este entrenamiento a países de Latinoamérica y España.
La teoría del apego fue formulada por el inglés psicoanalista John Bowlby durante la segunda guerra mundial cuando el gobierno separó a los niños de sus padres y los menores se deprimían, no avanzaban en su desarrollo emocional, psicológico y físico.
Se descubrió que al haber un distanciamiento y desconexión con sus figuras de apego, los niños sufrían y sentían mucha soledad, por lo cual comenzaban a protestar y a expresar agresión. Según el especialista Samuel Jinich, lo mismo sucede con los adultos, pues como seres humanos necesitamos de un vínculo seguro con una figura de apego desde el nacimiento hasta la tumba y en la vida adulta nuestra pareja es la persona quién puede ser un refugio seguro para enfrentar las tormentas de la vida.
Cuando se presenta un conflicto en pareja, se demuestra enojo y diversas manifestaciones reactivas que son protestas a la desconexión emocional y que generan un ciclo vicioso negativo ya que mientras más se expresan las emociones de esa forma reactiva menos conectados se sienten.
El terapeuta de parejas certificado en TFE (Terapia de Pareja Focalizada en las Emociones) guía a sus parejas a profundizar y acceder y expresar sus emociones más vulnerables.
Los entrenamientos para psicoterapeutas se basan en una parte didáctica con oportunidades para practicar en ejercicios experienciales y “role-play” que hacen de este curso una experiencia más vivencial para aprender a aplicar este modelo.
La importancia de tomar estos entrenamientos es que cambia la manera en la que los terapeutas comprenden las relaciones humanas de sus consultantes y pueden ayudarlos a sentirse más involucrados emocionalmente.
El entrenamiento básico de TFE “Externship” es de cuatro días (30 horas), con un seguimiento a nivel intermedio de habilidades esenciales “Core Skills” de 48 horas. Esta serie de cursos servirá para que los terapeutas asistentes opten por una certificación internacional como Terapeuta de Pareja Especializados en TFE.
¿Por qué estamos peleando realmente cuando peleamos?
Ali Barbosa, Mérida, México
marzo 27, 2015
¿Cómo reaccionaba a los regaños de sus padres en su infancia? ¿Recuerda Usted? Yo no. Pero afortunadamente mi madre tiene buena memoria y cuenta que cuando yo era muy pequeño y ella se enojaba conmigo había algo muy particular acerca de mi manera de reaccionar. Parece ser que después de algún regaño, y al escucharle decir mi nombre con ese tono característico de mamá molesta, yo me acercaba a ella, la miraba a los ojos y le decía “Díceme Coquito”.
¿Recuerda la cara que ponía el gato con botas en la película Shrek? Seguramente así me veía yo cuando llegaba a tocarle la mano y a pedirle que me diga “coquito”, que era la manera cariñosa en la que me llamaba desde que era un bebé. Creo que a veces hasta se lo decía llorando. Probablemente muchos niños hacen cosas similares, se puede inferir que están intentando despertar simpatía, quitarse el castigo o algo similar; pero , en mi caso, supongo que lo que realmente quería obtener en esos momentos con ese apodo en particular era un medio para medir la relación, es decir, algo que me permitiera calcular qué tan enojada se encontraba conmigo y aproximadamente en cuánto tiempo volverían las cosas a la normalidad entre nosotros.
Hoy día, muchos años después, puedo mirar esas interacciones a través del lente de mi profesión y encontrarles nuevas complejidades. De hecho, me es posible relacionarlo con algo que sucede muy frecuentemente en nuestras relaciones de pareja. Y no, este artículo no es acerca del complejo de Edipo, me refiero al apego, ese poderoso vínculo emocional que tenemos con las personas que nos cuidaron en la infancia y que posteriormente se re-crea con estilos muy particulares cuando nos enamoramos de alguien.
Venimos al mundo completamente dependientes, necesitamos de que alguien nos cuide, nos alimente y que también conecte emocionalmente con nosotros. Esa necesidad de conexión emocional es parte de nuestro cerebro mamífero; hoy día contamos con estudios científicos que demuestran que, desde el nacimiento hasta la vejez nuestra vida parece depender de esa conexión. Y esa es la parte controversial, porque todos están de acuerdo con la idea de que los bebés necesitan que los cuiden y que los amen pero si un adulto se atreve a decir que necesita de otro casi inmediatamente será considerado inmaduro, codependiente y recibirá una cátedra acerca del por qué debería corregirse y esforzarse para no depender de nadie. “Ámate a ti misma!!, quiérete!!”, le dirán los más fieles seguidores de algún gurú popular de esos que hablan bonito en público. Si bien es algo deseable amarse a uno mismo, en realidad no es suficiente; nuestra capacidad para regular nuestras emociones, sobre todo las negativas, sí depende en gran parte de la presencia de otro sistema nervioso. Necesitamos a otro ser humano que esté ahí para nosotros y que realmente nos vea, que sintonice empáticamente y responda si estamos en necesidad.
¿Alguna vez le han hecho la ley del hielo? ¿Recuerda lo que siente cuando su pareja se cierra y se niega a seguir hablando dejándole en medio de un caos emocional? ¿O la experiencia de ver que su cónyuge siente tanto enojo y decepción que le hace sentir que quizás ya no ve nada bueno en Usted y no podrá quererle más? Hoy día sabemos a ciencia cierta que en escenarios como estos se activan los centros de dolor en el cerebro y que las personas genuinamente sufren. Es a partir de este dolor que las personas hacen una de dos cosas : a) protestan intensamente buscando pleito, aferrándose, celando o agrediendo; o b) se ponen a la defensiva, se cierran y se alejan; todo con el mismo objetivo: hacer desaparecer ese dolor. Esas reacciones tan extremas no son berrinches ni exageraciones como suelen parecer en el momento; tienen sentido porque estamos en verdadera agonía emocional, literalmente son patadas de ahogado. El dolor que sentimos cuando peleamos con nuestra pareja y quedamos desconectados el uno del otro es registrado en nuestro cerebro como una amenaza de aislamiento y puesto que somos mamíferos que necesitamos de otros para sobrevivir nuestro sistema nervioso dispara alarmas porque identifica que estamos peligro de muerte. Así es como entramos en un estado de pánico de apego que es idéntico (en sensaciones físicas y emocionales ) a lo que siente un niño cuando se pierde en un centro comercial ( ¿ha visto con qué desesperación gritan? ). Cuando se encienden esas alarmas en nuestro interior de inmediato sentimos que hemos perdido toda seguridad, que moriremos y que no habrá nadie ahí para nosotros. En otras palabras, cuando nos sentimos rechazados por nuestra pareja nos duele y sentimos terror. Los terapeutas de pareja escuchamos muy frecuentemente cómo las personas usan analogías de muerte al intentar explicar cómo es para ellos cuando, después de una pelea, no consiguen reparar o reconectar; a menudo dicen cosas como “me matas con esa mirada, con el rencor que me tienes” o “siento que me ahogo y tu no vienes a ayudarme, que te quedas en la orilla viéndome morir y no te importa”.
Hace unos días reflexionaba en una sesión con alguien a quien le sugerí acercarse a su pareja para decirle que se estaba sintiendo insegura porque habían mujeres demasiado atractivas en la reunión. Mi consejo era: “dile cómo se siente pensar que no puedes competir con ellas y pídele que tome tu mano mientras te sientes mejor”. Termino de hablar y me doy cuenta de que me está mirando con el ceño fruncido como si le hubiera dicho un disparate; le pregunto qué pasa y me dice que no cree que eso pueda servirle para sentirse mejor; y le respondo: “¿Y enojarte con él y hacerle una escena de celos que lo pone a la defensiva contigo sí ayuda a que te sientas más segura? ¿Les acerca y puedes sentir que lo que ustedes tienen es especial? O más bien les aleja y entonces no solo te sientes insegura sino también ansiosa”. Entendió el punto.
Las estrategias que utilizamos comúnmente para manejar ese pánico tienen sentido para nosotros en esos momentos pero son ineficaces y tienen el poder de crear círculos viciosos de interacción en los que terminamos atrapados. Uno protesta y el otro también. Comienzan a pasarse la “papa caliente” el uno al otro para ver quién es el “malo” de la película. O bien uno protesta y el otro se aleja para defenderse de lo que percibe como una emboscada mortal. En otra variante más peligrosa los dos optan por alejarse y aprenden que es más seguro no esperar nada bueno del otro. En todas esas posibilidades, habitualmente terminamos mal: sufriendo en silencio e intentando distraernos de ese dolor con el celular, con alguna sustancia y a veces con alguna otra persona. Nadie gana, nadie obtiene lo que realmente quiere, la relación comienza a desgastarse. Una alternativa viable y ciertamente más efectiva es ir al núcleo del asunto y mostrar lo que realmente está ocurriendo, acudir al otro, pedirle ayuda.
Ser capaces de acercarnos a otro ser humano y pedir apoyo emocional cuando lo necesitamos es una muestra de lo mucho que hemos evolucionado como especie. La dependencia emocional efectiva no es inmadura ni patológica, de hecho es nuestra mayor fortaleza. Pero, tengo que admitir que la incredulidad de mi cliente tiene un punto perfectamente válido: hoy día la expresión de la vulnerabilidad tiene muy mala fama. Como sociedad hemos aprendido a reaccionar negativamente a las expresiones de necesidad emocional; le rendimos tributo a la independencia y vemos mal e incluso criticamos a aquellas parejas que se ven “muy juntas” y se piden ayuda emocional uno al otro. Hoy día muchas personas piensan _justificadamente_ que decirle a su pareja “te necesito” es una herejía, va contra las reglas (no sé cuales) y equivale a arriesgarse a ser rechazado, juzgado y hasta regañado. Como consecuencia de ello muchas personas se sienten avergonzadas de su propia necesidad natural de amor y reaseguramiento. Y es lamentable, porque realmente necesitamos de ello, sobre todo cuando estamos en dificultades… sobre todo cuando peleamos.
Los beneficios de una buena conexión emocional son muchos: Las neurociencias ya han demostrado que la necesitamos para subsistir y que tenemos mejor salud, somos más creativos y más felices cuando experimentamos cercanía y tenemos una base segura. Contar con alguien de quien podemos recibir apoyo emocional consistente fortalece nuestro sistema inmune, reduce nuestra probabilidad de morir de cáncer o de tener un infarto y en términos de salud mental tiene un efecto más significativo que ganarse la lotería. Construir con otro un refugio seguro en el que podamos resguardarnos de las adversidades de la vida es el antídoto natural para el miedo y el dolor.
Pero enfrentamos una contradicción y nos hemos metido en tremendo lío: aquello que tanto necesitamos y que nos representa tantos beneficios no tiene un lenguaje para ser expresado ni solicitado. Y entonces lo único que nos queda por hacer cuando sentimos que perdemos lo que nos une es protestar (reclamarte por el dolor que siento) o retirarse emocionalmente (me alejo para que tu rechazo no me duela más). Y nada de eso funciona, al contrario, nos hace sentir todavía más alejados, aislados y sintiéndonos lastimados por la persona más importante en nuestra vida.
¿Por qué teniendo la conexión emocional tantos beneficios y sobre todo si experimentamos tanto dolor cuando sentimos que la perdemos, nos sigue siendo imposible tener una manera de expresar que estamos en , posiblemente, una de las peores situaciones emocionales por las que un ser humano puede pasar y que necesitamos más que nunca de nuestra pareja?
Por dos razones:
- Tenemos problemas para expresar que estamos en dolor. No tenemos las palabras. ¿Cómo te digo que cuando te olvidas de llamar me sumerjo en un abismo de miedo porque dejo de sentir que soy importante para ti? ¿Cómo te expreso que cuando te molestas conmigo y dejas de hablarme una parte de mí siente que debo empezar a endurecerme en caso de te vayas y ya no exista un nosotros?
- Aún si existiera el lenguaje, si nuestra pareja nos expresa lo anterior, para entenderlo y decodificarlo adecuadamente tendríamos que ubicarnos en una posición de vulnerabilidad que está prohibida. La asociamos con algo siniestro, con debilidad. Desafortunadamente para nosotros, la vulnerabilidad es el punto de inicio de la empatía. Entrar en lo que me dices requiere que me vulnere. No puede haber empatía sin vulnerabilidad porque para poder empatizar necesito activar en mí esa parte que sabe cómo se siente estar mal, estar caído. Necesito estar dispuesto a sentir tu dolor.
Para que la conexión pueda darse necesitamos dejarnos ver, realmente permitirnos ser vistos a profundidad y tal cual estamos en esos momentos incluso si no tenemos garantías de que el otro nos mirará de regreso con compasión. Pero es un riesgo que alguien tiene que tomar, por que la alternativa de “primero muerta antes de darle el gusto de verme llorar” inicia un juego psicológico que termina por carcomer a largo plazo los cimientos de la relación.
Dadas nuestras limitadas e ineficaces alternativas :
¿Será que debamos comenzar a practicar maneras de acudir a nuestra pareja y pedirle ayuda en lugar de iniciar esos círculos viciosos? Podríamos acaso arriesgarnos a ser vistos sin la armadura? ¿Crear nuestro propio lenguaje para utilizarlo precisamente en esos momentos tan difíciles en los que sentimos el dolor de la desconexión emocional?
¿Será que seamos capaces, ya de adultos, de aceptar nuestra vulnerabilidad y dejarle ver a nuestra pareja cuánto la necesitamos? ¿Podremos mirarle a los ojos mientras le tomamos de la mano y pedirle “díceme coquito”?.
ANBC
Para más información sobre los cursos de entrenamiento en Mérida, México con el Psicoterapeuta Ali Barbosa: 999 955 1170
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